Crítica de la película española "Yucatán"

Crítica de la película española "Yucatán"

Aunque es verdad que el director y guionista Daniel Monzón ha cimentado su reputación gracias a thrillers, caso de "Celda 211" y "El Niño", no hay que olvidar que en los inicios de su carrera como realizador firmó un par de títulos con indudables elementos cómicos: "El corazón del guerrero" y, sobre todo, "El robo más grande jamás contado".

Es por ello que, personalmente, no me ha provocado ninguna sorpresa que se haya decidido por un tono más ligero con su nueva película: "Yucatán".

Durante el arranque del filme, el pianista Clayderman se dirige desde el escenario a las personas que, a bordo de un crucero de lujo, observan su espectáculo. Les asegura que se divertirán y que pasarán un buen rato al tiempo que mueve su mirada hacia todo el público.

En un momento dado, sus ojos se cruzan con la cámara y, por tanto, también la hace con nosotros. Es obvio que su mensaje va destinado a los espectadores de esta comedia.

Lo peor de "Yucatán"

El problema es que ese objetivo no se consigue. "Yucatán" presenta demasiadas debilidades como para que uno se quede satisfecho tras su visionado. Desde un desarrollo errático hasta unos personajes que no terminan de estar bien perfilados.

Lo primero lo notamos en la propia duración de la película. Más de dos horas de metraje para un título de estas características resulta a todas luces excesivo. Esto es algo que se percibe con claridad en su ritmo, impropio de una comedia.

De hecho, con un montaje más ágil y con la supresión de los números musicales y de determinadas situaciones, se podría haber mejorado este aspecto del filme. No digo que se mantuviera el fabuloso nervio de los títulos de crédito iniciales, algo que comprendo que resulta difícil de llevar a cabo, pero sí al menos aproximarse a su atinada agilidad.

Crítica de la película española "Yucatán"

En cuanto a los personajes, tan pronto aparecen como desaparecen de la historia. En un principio da la impresión de que la voz cantante la llevan unos, pero luego se pasa el testigo a otros, provocando con ello que al público le sea más difícil empatizar con la mayoría de ellos.

El guión presenta chistes muy manidos que, por desgracia, no terminan de funcionar. Incluso molesta que sea necesario recurrir a las ventosidades de turno para llamar la atención de aquellos espectadores que se contentan con este tipo de fáciles gracietas.

La puesta en escena de "Yucatán" no es nada del otro mundo. Se echan en falta tomas más elaboradas, aunque entiendo que el director prefiere darle un mayor protagonismo a los actores y no a sus movimientos de cámara. Si acaso, destaca la huida de Lucas en autobús.

El reparto hace lo que puede con el material que tiene entre manos y, aunque se nota que buscan a toda costa que la cinta resulte graciosa, al final son demasiados los pasajes que ni siquiera logran sacarle un sonrisa al respetable.

De todos modos, que quede claro que "Yucatán" no es un bodrio y uno no se muere de aburrimiento. Pero, lo reconozco, da rabia que no se haya pulido más esta historia de timadores y timados.

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