Crítica de "Los siete magnificos"
La polémica está servida. En los últimos años, Hollywood se ha dedicado a confeccionar múltiples remakes de conocidas películas de los 70, 80 e incluso 90 (es el caso de "Desafío total"). La mayoría de estos títulos pertenecen al género del terror, tratándose de producciones de presupuesto contenido. Sin embargo, también hay otros largometrajes de abultado coste que rescatan obras emblemáticas de la historia del cine. Es lo que recientemente ha sucedido con "Ben-Hur" y "Los siete magníficos", cinta que es objeto de esta crítica.
Los remedos siempre han existido, si bien hace más de medio siglo tenían su razón de ser, ya que las películas sólo se disfrutaban en el cine y no se emitían por la televisión (por no mencionar que los filmes originales eran principalmente mudos). "Los siete magníficos", la estupenda versión de 1960, era a su vez un remake de la soberbia "Los siete samuráis" ("Bichos: Una aventura en miniatura" también se inspiraba en ella).
Ambas nos presentan a unas personas oprimidas que buscan la ayuda de "guerreros" que acaben con la tiranía de aquellos que abusan de su debilidad. Vamos, que se trata de un escenario universal que podría desarrollarse en cualquier sitio y época. No es de extrañar que el público empatice con una historia que se nos ha contado miles de veces y de distintas formas.
Eso es lo que sucede en "Los siete magníficos" (2016), que además nos engancha con un prólogo brillantemente rodado por el director Antoine Fuqua y en el que es imposible no alabar la fuerza de sus escenas dramáticas. A continuación, la película también nos convence con la presentación de sus principales protagonistas: Chisolm y Faraday.
El problema llega cuando hemos de asistir a la entrada del resto de personajes, momento en el cual se produce un pequeño bajón en el ritmo del filme. Lo positivo es que, a pesar de lo dicho y de que su duración supera las dos horas, éste siempre resulta entretenido.
Además, "Los siete magníficos" nos deja buenas sensaciones cuando acontece la primera escaramuza en el pueblo de Rose Creek. Lástima que luego, mientras sus habitantes se entrenan y conocemos ciertos detalles de la vida de los "héroes" del relato, asistamos a otro momento de flaqueza en la narración. Por desgracia, el libreto de Nic Pizzolatto (el creador de la soporífera "True detective") y Richard Wenk ("Los mercenarios 2") no consigue huir de los tópicos e introduce elementos bastante manidos en no pocos de sus fragmentos. De hecho, es fácil adivinar qué es lo que tortura a varios de estos personajes y cuál va a ser su comportamiento.
Se trata de un peaje que los espectadores tenemos que pagar antes de presenciar el combate final, una media hora entretenidísima repleta de tiros, explosiones y muertes (aunque llama la atención que no sea especialmente violenta).
El reparto de "Los siete magníficos"
A la hora de hablar del reparto de "Los siete magníficos", quisiera resaltar la excelente química que existe entre Denzel Washington y Chris Pratt (a quien además se le asignan la mayoría de los apuntes cómicos de la película). Sigue pareciéndome increíble que el Bright Abbott de "Everwood" se haya convertido en una estrella de Hollywood. De hecho, en los títulos de crédito su nombre incluso aparece antes que el de un correcto Ethan Hawke.
Los actores son variopintos, pues vivimos en el mundo de lo políticamente correcto, aunque he de reconocer que en esta ocasión el resultado no les ha salido mal. No es que Byung-Hun Lee o Manuel Garcia-Rulfo sean excelentes intérpretes, pero al menos cumplen con aquello que se les ha encomendado. Vincent D’Onofrio es el mejor del elenco, mientras que Haley Bennett va perdiendo protagonismo según avanza la trama. El que está completamente sobreactuado es Peter Sarsgaard, quien da vida al villano Bartholomew Bogue.
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