Crítica de la película "Green book"
El nombre de Peter Farrelly, el director de "Green book", aparece inevitablemente asociado al de un buen número de comedietas hollywoodienses. Ahí están "Dos tontos muy tontos", "Vaya par de idiotas", "Algo pasa con Mary" o "Dos tontos todavía más tontos" para corroborarlo (y eso que me he dejado unos cuantos títulos en el tintero).
Junto a su hermano Bobby Farrelly, este cineasta conoció hace décadas tiempos de gloria en la taquilla, si bien su carrera también está plagada de un buen número de decepciones artísticas y económicas.
"Green book" supone un cambio radical con respecto a su anterior filmografía. No sólo se trata de su primer trabajo cinematográfico en solitario (siempre y cuando exceptuemos uno de los segmentos que conformaban "Movie 43"), sino que aborda con humor y al mismo tiempo seriedad una temática tan peliaguda como la del racismo en los Estados Unidos de 1962.
Tal es así que la cinta ha obtenido cinco nominaciones en los Oscars de 2019. Ahora bien, teniendo en cuenta la devaluación de estos premios en los últimos años, ¿de verdad "Green book" merece la pena? Mi respuesta es completamente afirmativa.
"Green book", algo más que buenos actores
Una de las cosas que más me gusta de esta sensible película es que nos muestra a dos personas que son muy diferentes entre sí, pero no por el color de su piel, sino por su forma de ser y proceder. Uno es un tipo duro y vulgar de origen italiano que sabe utilizar su labia y sus puños para sobrevivir. Otro es un educado y remilgado pianista negro que se gana muy bien la vida en un mundo dominado por los blancos.
"Green book" refleja con acierto cómo estos dos individuos son capaces de superar sus propios prejuicios y aceptarse tal y como son, aprendiendo lo bueno que cada uno de ellos puede ofrecer al otro. Lo hace con unos elementos cómicos perfectamente medidos que se combinan con fragmentos más serios y dramáticos.
Éstos atesoran una gran calidad, algo que se puede comprobar en el instante en el que los protagonistas mantienen una fuerte discusión o en aquellos otros en los que observamos el nítido racismo de parte de la sociedad estadounidense. La labor aquí de los actores es increíble, con un fabuloso Viggo Mortensen y un todavía mejor Mahershala Ali.
A pesar del fuerte carácter de su bronco personaje, el primero de los citados intérpretes huye de los manierismos, mientras que el segundo le otorga una manifiesta sensibilidad al suyo. Sin duda, ambos están fantásticos y transmiten al espctador una química increíble.
En el panorama cinematográfico actual, sobre todo en el independiente, es poco habitual toparse con películas como "Green book". Aunque ésta refleja lo peor de la condición humana, prefiere tomar lo positivo de las personas en circunstancias y épocas que sin duda presentan situaciones que sólo se podrían tildar de vergonzantes (al respecto, me gustaría mencionar el momento en el que se estropea el vehículo en el que viajan los protagonistas y unos trabajadores negros se quedan atónitos al observar cómo un hombre blanco está sirviendo a un negro).
Algunos calificarán esta visión de simplista e incluso maquillada, pero bajo mi punto de vista es agradable encontrarse con un título que recupera el espíritu de gigantes del cine como Frank Capra. Por surrealista que parezca, esto hay que agradecérselo a un realizador como Peter Farrelly, quien, por cierto, utiliza una sobria puesta en escena para que así sean los actores las verdaderas estrellas del relato.
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