Crítica de "La leyenda del samurái: 47 ronin"

225 millones de dólares. Eso es lo que costó rodar "La leyenda del samurái: 47 ronin", o al menos dicha cifra es la que publicaron algunas páginas de Internet cuando se dio a conocer que los responsables de Universal Pictures no estaban satisfechos con el montaje que les había presentado Carl Rinsch, su director. Ello significa que, para que el filme sea rentable, tiene que recaudar alrededor de 450 millones en la taquilla mundial (unos números que, desde luego, nadie piensa que alcanzará).
El principal problema de la película es que su narración está repleta de altibajos. A pesar de que sus escenas dramáticas resultan más que aceptables, no sucede lo mismo con las de acción o las que incluyen elementos místicos (quien busque espectáculo, se sentirá profundamente decepcionado, por no mencionar que los pasajes aventureros carecen de alma). Asimismo, desde un punto visual no ofrece nada que llegue a fascinarnos. Es más, sus efectos especiales sólo se pueden calificar de corrientes y a ratos hasta se sitúan por debajo de la media si los comparamos con otras grandes producciones de Hollywood. Respecto al libreto, se echa en falta un mayor cuidado en el desarrollo de ciertos personajes por parte de los guionistas Hossein Amini y Chris Morgan.
Al menos cabe valorar el buen hacer de su reparto, a excepción de Keanu Reeves. A éste siempre se le ha acusado de ser un actor inexpresivo (algo con lo que no estoy de acuerdo, tal y como se puede comprobar en "Cuando menos te lo esperas" o "La casa del lago"). Sin embargo, en "La leyenda del samurái: 47 ronin" presenta un rostro completamente hierático. Todo lo contrario sucede con intérpretes tan talentosos como Hiroyuki Sanada o Min Tanaka (por cierto, ambos ya trabajaron juntos en "El ocaso del samurái"). Además, se agradece que se incluyan tantos actores de origen japonés, caso de, entre otros, Rinko Kikuchi ("Pacific Rim"), Kô Shibasaki ("Llamada perdida"), Tadanobu Asano ("Thor: El mundo oscuro") o Jin Akanishi.
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