Crítica de "La ladrona de libros"

Son incontables las películas ambientadas en la Alemania nazi, tanto antes como durante la Segunda Guerra Mundial. "La ladrona de libros" ("The book thief") es el último filme en sumarse al grupo, si bien es cierto que no aporta novedades con respecto a otras producciones de similares características. Algunos dirán que nos muestra el horror de aquella época desde los ojos de un menor de edad, pero, desde luego, esto es algo que tampoco se podría calificar de original (si acaso, al menos queda la particularidad de su narrador).

Dejando a un lado estos aspectos, la cinta se ve de forma agradable (de hecho, destaca por su amenidad). No persigue la lágrima fácil, y ello a pesar de que no sería de extrañar que así sucediera en determinados pasajes del relato. Ello puede provocar que ciertos espectadores la consideren algo fría y carente de emotividad. Otros, por el contrario, agraderán semejante contención. Lo que sí se percibe es que "La ladrona de libros" es una adaptación literaria que busca condensar en algo más de dos horas el contenido de una novela. Sin embargo, no logra hacerlo con la naturalidad necesaria (se trata, pues, de un problema de guión).

Respecto a sus apartados técnicos, sorprende que el realizador Brian Percival no sea capaz de sacarle todo el partido posible al buen diseño de producción que luce la película (especialmente si tenemos en cuenta lo bien que movía la cámara en el primer capítulo de la serie de televisión "Downton Abbey"). Del reparto cabe felicitar la labor de Sophie Nélisse, que en ningún momento se convierte en el típico caso de la niña repelente que tanto observamos en no pocos largometrajes. No obstante, lo mejor de "La ladrona de libros" se halla en la relacion existente entre el matrimonio formado por Hans y Rosa Hubermann. Y es que el trabajo de Geoffrey Rush y Emily Watson sólo se puede describir como estupendo.