Crítica de la banda sonora de "El hobbit: La desolación de Smaug"

Que nadie me entienda mal. La banda sonora que Howard Shore ha escrito para "El hobbit: La desolación de Smaug" es muy buena, pero, bajo mi punto de vista, no alcanza la excelencia de sus anteriores trabajos para la saga. De hecho, llama la atención que sea excesivamente atmosférica y descriptiva, algo que se comprueba de manera especial en sus pasajes de acción. Sus notas suenan con una exagerada contundencia, pues no observamos batallas grandiosas ni, salvo en una breve escena, ejércitos de cientos de soldados (la mejor secuencia de este tipo la hallamos en la travesía fluvial que hacen Bilbo y los enanos dentro de unos barriles).  

Shore utiliza de forma comedida los temas conocidos por todos (incluyendo aquí los de "El hobbit: Un viaje inesperado"). A pesar de que aparecen nuevos personajes y de que éstos tienen sus propias melodías (en ocasiones realmente bellas, como la de Tauriel), Shore nos priva de ellas durante buena parte del metraje del filme. Algo parecido sucede cuando observamos por primera ver lugares que nunca antes habíamos visitado, caso del hogar de los elfos silvanos o la llegada de los viajeros a Ciudad del Lago (instante en el que el score sólo se puede calificar de precioso). Insisto, se trata de una gran obra pero, por desgracia, su autor le otorga una mayor relevancia a lo grandilocuente que a lo intimista (algo que no sucedía en la trilogía de "El Señor de los Anillos") 

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