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Crítica de "Transformers: El último caballero"

Crítica de "Transformers: El último caballero"

Qué hastío me provoca la saga "Transformers". Tras la cuarta entrega de la serie, no esperaba absolutamente nada de "Transformers: El último caballero". Por desgracia, mis peores augurios se han hecho realidad y puedo afirmar que nos hallamos ante una prescindible producción comercial.

Reconozco que el arranque del filme no está nada mal. El rey Arturo y sus caballeros intentan resistir el embate de un ejército que los supera en número. Su única esperanza es que la llegada del mago Merlín haga cambiar las tornas de la contienda. Hasta ahí, todo estupendo. Sin embargo, el asunto se estropea cuando conocemos a Merlín, un tipo que le da a la bebida y al que interpreta Stanley Tucci (actor que también formaba parte del elenco de "Transformers: La era de la extinción", sólo que encarnando otro papel).

Esta tonta comicidad nos devuelve a la cruda realidad: "Transformers: El último caballero" sigue la misma senda que sus antecesoras. Lástima, porque su punto de partida, el mismo en el que se intenta resolver el interrogante de por qué estos alienígenas siempre van a dar al planeta Tierra, resulta verdaderamente interesante.

Todo lo malo de "Transformers: El último caballero"

Por desgracia, el director Michael Bay se vuelve repetitivo tanto en la acción como en la comedia. No aporta nada a una franquicia casi agotada, tal y como se puede comprobar al echarle un vistazo a sus decepcionantes recaudaciones en la taquilla USA: 130 millones de dólares frente a los 245 millones de su predecesora. Los números no mienten.

En "Transformers: El último caballero" regresan las fastuosas explosiones y los deslumbrantes efectos especiales, pero también vuelven las ridículas cámaras lentas, las situaciones esperpénticas y, como ya apunté con anterioridad, un vergonzoso sentido del humor. El libreto de la película es flojísimo, y eso que se ha contratado a unos cuantos guionistas de prestigio para desarrollar la franquicia.

Por ejemplo, la estructura del filme sólo se podría definir como caótica. Así, los personajes entran y salen de manera repentina, tal y como sucede con el propio Optimus Prime, Megatron e Izabella, una repelente y creída niña a la que nunca se la tendría que haber incluido en la... ¿trama?

El relato nos deja perplejos al enterarnos de que hay algunos humanos que son los elegidos para portar una poderosa vara (de la que no habíamos oído hablar hasta ahora). De igual modo, la forma en la que Optimus Prime encuentra a sus creadores, algo que a priori parecería más interesante, se resuelve en apenas unos minutos. En definitiva, todo está tan mal explicado que la narración resulta ridícula y lamentable.

A lo anterior hay que añadir la nula empatía que sentimos por los protagonistas de carne y hueso (los robots, como siempre, se salvan de la quema). Hasta la muerte de alguno de ellos nos deja completamente indiferentes. ¿La razón? Muy sencillo, las emociones que transmite la película son nulas.

Pero el asunto no termina ahí, ya que a "Transformers: El último caballero" le sobra metraje por todos lados, siendo incomprensible cómo Michael Bay alarga la cinta sin necesidad. A fin de cuentas, lo verdaderamente interesante sucede en su tramo final, siendo el resto un relleno para que lleguemos a dicho acto.

Y del reparto, ¿qué puedo decir? No existe ninguna química entre Mark WahlbergLaura Haddock. Aunque al personaje de esta última nos la presentan como una erudita, no hay duda de que esto no parece importarle al director, más preocupado por mostrárnosla hermosa. No me olvido de Anthony Hopkins, aunque lo hago para preguntarme la siguiente cuestión: ¿cómo ha podido aceptar un papel como el que interpreta en "Transformers: El último caballero"?

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