Crítica de "Vaiana"
El año 2016 ha sido magnífico para las divisiones animadas de Disney, tanto por la calidad de sus películas como por las recaudaciones de las mismas. Primero se estrenó "Zootrópolis", que arrasó en la taquilla, y luego llegó "Buscando a Dory". Para cerrar la temporada, la compañía de Burbank nos regala "Vaiana", cinta que se podría describir como una versión modernizada de sus clásicos de animación de finales de los 80 y principios de los 90 (algo que, todo hay que decirlo, también se hizo con "Frozen: El Reino del Hielo").
De hecho, sus directores son Ron Clements y John Musker, los artífices de "La sirenita" y "Aladdin". Supongo que, para ayudarles en todo lo concerniente a las nuevas tecnologías, han contado con la ayuda de Don Hall y Chris Williams (los responsables de "Big Hero 6").
"Vaiana" es una entretenidísima película que presenta un estupendo equilibrio a la hora de mostrarnos acción, aventuras, humor y ciertas dosis de emotividad. Curiosamente, y al contrario que otras producciones de similares características, no incluye una historia de amor, algo que en este caso se agradece, pues resultaría completamente innecesario. Además, es un título que disfrutarán por igual grandes y pequeños (vamos, que resulta perfecto para el público familiar).
La cinta aborda diversos temas que van desde las relaciones entre padres e hijos, la amistad, el proceso de madurar o la confianza que uno tiene en sí mismo y la que los demás depositan o no en ti. Son diversas cuestiones que, obviamente, no se desarrollan en profundidad, pues no hay tiempo para ello, pero está claro que al menos los guionistas han sabido condensarlas con acierto en el libreto (se hace evidente que se quiere transmitir un mensaje, pero a su vez se evita que se convierta en una mera monserga).
Lo que menos me gusta de "Vaiana"
No obstante, la trama principal de "Vaiana" es bastante sencilla, consistiendo en el viaje que realiza la joven protagonista del relato para encontrar al semidiós Maui con la intención de que éste le ayude a devolver una piedra verde a su lugar de origen. Lo bueno es que tanto Vaiana como Maui poseen un gran carisma y forman una buena pareja. Hasta el animal que los acompaña en sus andanzas, un pollo completamente lelo, no resulta pesado y consigue sacarnos más de una sonrisa.
Donde sí sobresale el largometraje es en sus apartados visuales. ¡Es una auténtica delicia! El diseño de los personajes, sus expresiones, el movimiento de sus cabellos, los tatuajes de Maui, la representación del agua... Parece increíble que, a estas alturas, un filme de animación pueda sorprendernos tanto. Incluso se adivinan homenajes al maestro Hayao Miyazaki en su tramo final, algo que personalmente agradezco.
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