Crítica de 'Si yo fuera rico'

En mi crítica de Si yo fuera rico os explico si merece la pena darle una oportunidad a esta comedia española. ¿Hay algo más que un divertido punto de partida? ¿Los gags están elaborados y, por tanto, consiguen hacernos reír? Os lo comento en los siguientes párrafos...
La comedia española vive un momento muy dulce. Si nos fijamos en las películas patrias más taquilleras de los últimos años, nos daremos cuenta de que la mayoría de ellas pertenecen a este difícil género. El público responde muy bien a estas propuestas, de ahí que abunden tanto en nuestra actual cinematografía.
Si yo fuera rico busca triunfar de la misma manera en la que durante 2019 lo han hecho títulos como Lo dejo cuando quiera o Bajo el mismo techo. Parte de un divertido punto de partida, algo muy habitual en no pocas comedias, pero, ¿consigue ser algo más que eso? ¿Está su desarrollo a la altura de las circunstancias?
Sinopsis de Si yo fuera rico
Justo cuando su vida no puede ir peor, a Santi le toca la lotería. Y no, no es sentido figurado, porque, en efecto, es el agraciado con un premio de... ¡25 millones de euros! Ahora bien, dado que está tramitando su divorcio, decide ocultarle a todo el mundo la buena nueva, ya que no quiere que su mujer se lleve una importante parte de ese dinero. ¿Conseguirá su propósito?
Lo mejor de Si yo fuera rico
Hay que reconocer que la película se deja ver. Tiene sus momentos graciosos y al menos sirve para pasar el rato sin demasiadas complicaciones. Además, me parece todo un acierto que su trama no se desarrolle en una gran capital (en este caso lo hace en la ciudad asturiana de Gijón).
El filme presenta un mensaje bien nítido: el dinero no lo es todo en la vida y, desde luego, no siempre da la felicidad. Aunque convencional, siempre resulta efectivo.
Otro aspecto a destacar de Si yo fuera rico es el buen trabajo que llevan a cabo sus intérpretes. Existe química entre Álex García y Alexandra Jiménez, siendo esta última la que mejor lleva el peso de las situaciones cómico-dramáticas que se suceden a lo largo de la cinta.
Lo peor de Si yo fuera rico
Por desgracia, los elementos negativos superan a los positivos. Así, el ritmo de Si yo fuera rico es muy desigual, alternando fragmentos buenos con otros que nos dejan completamente indiferentes. Se echa en falta una mayor consistencia y da la impresión de que la historia avanza por medio de una sucesión de escenas que no logran una adecuada cohesión de la historia.
Sobre esta última, hay que señalar que no se aprovecha la premisa de la que se parte. De hecho, en un momento dado parece que el relato va a ir por un determinado camino más emocional (Santi ayudando a sus amigos), pero luego todo se desinfla y se desanda el camino recorrido. Además, los equívocos no son todo lo ingeniosos que debieran (a veces hasta resultan algo torpes).
El guión, por tanto, dista de ser redondo. Esto se puede comprobar en el final de la película, que transcurre en el aeropuerto. Se trata de un colofón precipitado, desangelado y excesivamente rutinario.
El director de Si yo fuera rico es Álvaro Fernández Armero, quien en la última década se ha centrado más en la pequeña pantalla (ahí están series como Doctor Mateo, Allí abajo o Vergüenza). Su filmografía es bastante variopinta, con títulos como Brujas, Salir pitando, el documental Ángel Nieto: 12+1 o El arte de morir (su mayor éxito comercial, pues recaudó 3.2 millones de euros hace ya casi 20 años).
Pues bien, la puesta en escena es correcta, pero se echa en falta un mayor riesgo por su parte. De hecho, a veces su realización peca de ser un tanto plana. No obstante, ejecuta un sólido trabajo en lo que a dirección de actores se refiere.
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