Crítica de "Rabia" (1×01: "El origen")

Crítica de "Rabia" (1×01: "El origen")

AVISO: Esta crítica contiene SPOILERS.

Sólo puedo tener buenas palabras de este inicio de temporada de "Rabia", una grata sorpresa ante una apuesta arriesgada de Mediaset que introduce este género de serie inexistente hasta ahora en España. Se intenta simular una temática que está actualmente de moda: los zombies. No obstante, se aborda desde una perspectiva diferente en la que radica la singularidad de este proyecto.

Varios enfermos terminales buscan una solución desesperada para su curación en una terapia génica experimental e ilegal, un riesgo que deberán asumir. Los resultados son halagüeños en un principio, al ver que la enfermedad remite. Sin embargo, surge un grave y peligroso efecto secundario en algunos de los pacientes tratados al desarrollar repentinamente una especie de rabia que les transforma en unos monstruos cuyo único objetivo en matar a todo el que le rodea (con un aspecto que guarda un enorme parecido con un zombie). Como es lógico, las autoridades toman cartas en el asunto y hacen un primer llamamiento para que todas las personas que se han sometido a la terapia se entreguen y sean atendidos en un centro especializado, aislado del resto de la población. Al ir complicándose la situación, el llamamiento se convierte en la búsqueda y captura de los ahora denominados fugitivos...

Crítica de "Rabia" (1×01: "El origen")

Respecto al reparto, resaltar la interpretación de Patricia Vico. Su evolución como actriz no cesa y su elección para el papel de protagonista me parece inmejorable. Además, la complicidad con Carles Francino, con el que ya coincidió en "Hospital Central", es evidente, un factor muy a tener en cuenta, ya que dicha complicidad se traslada a la pequeña pantalla.

Los efectos especiales, aun siendo pocos en esta primera entrega, nada tienen que envidiar a las tan admiradas series estadounidenses, dejando claro que, para generar tensión y miedo en el ambiente, no es necesario atiborrarnos de rostros desagradables cada dos por tres.

Los escenarios están muy conseguidos y cuidados. Algo que espero y confío que sigan cuidando a lo largo de los siguientes episodios.

Argumento del primer capítulo de "Rabia"

El comienzo de "El origen", el primer capítulo de "Rabia", está muy bien planificado para captar la atención del espectador. Se desarrolla en un cine, donde nos muestran a los ocupantes de las butacas, en una calma tensa donde sabes que, en cualquier momento, va a suceder algo que será vital para la trama del resto de la serie.

Suena un teléfono móvil, un chico responde y recibe una grata noticia que celebra con su pareja. Segundos después empieza a notar que algo no va bien en su cuerpo. Primero lo atribuyen a la emoción provocada por la buena nueva, pero la situación empeora por momentos y la transformación no tarda en llegar. El sujeto en cuestión pierde la cordura y mata a su novia golpeando su cabeza contra el asiento de enfrente. Aunque el espectador más cercano intenta escapar de la brutalidad que acaba de presenciar, la bestia lo alcanza por detrás y le arranca el cuello. Todo parece indicar que sus próximas víctimas serán una niña y su madre. Es entonces cuando otra de las personas de la sala, la inspectora Rubio (Adriana Ozores), saca su pistola y dispara sin piedad contra el monstruo, evitando que consume otro asesinato.

Crítica de "Rabia" (1×01: "El origen")

Mientras se llevan al rabioso atado en su camilla con la inspectora presente, se realiza un fundido que enlaza con el logotipo de las noticias del canal de televisión Cuatro, y a través de diferentes cortes de emisiones a lo largo del tiempo nos explican de una forma clara, directa y concisa lo que está ocurriendo. Otro gran acierto, ya que nos evitan un preámbulo que podría resultar algo pesado e innecesario para pasar directamente a la protagonista de la serie. Se trata de Marta (Patricia Vico), que ante el miedo de ser descubierta y encerrada, decide, a pesar de la desaprobación de su marido Diego (Fran Nortes), encerrarse en un albergue abandonado. Tras despedirse de su hija, ambos cogen el coche para dejar a Marta en un lugar desde donde ella pueda dirigirse al que será su refugio. Poco después de bajarse del coche es detenida ante la presencia de su marido, el cual había avisado a la policía creyendo que hacía lo mejor para su familia.

Marta y otros fugitivos son llevados en un autobús de la policía al centro destinado para ellos. Durante el trayecto,  una mujer se planta en medio de la carretera con la intención de despedirse de uno de los ocupantes. Mientras la policía trata de disuadirla, ésta saca una pistola y mata al conductor. El otro policía reacciona y abate a la asaltante de un disparo. Cuando parecía que la situación estaba controlada, un hombre irrumpe de repente en la escena, disparando al otro policía y entrando al autobús para llevarse a uno de sus ocupantes, el cual parece tener una deuda con él por negocios no muy legales. Al no revelarle el destino de algo que sólo ellos saben, pega un tiro a las esposas para liberarlo y, justo cuando se disponen a salir, el segundo policía herido, desde el suelo, saca fuerzas de flaqueza para pegar un tiro directo a la frente del asaltante.

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El rehén pasa a ser ahora el secuestrador, obligando a uno de los fugitivos a conducir el autobús de vuelta, debido a que en la reyerta resultó herido de bala. Marta intenta disuadirlo de la idea para no acabar en el temido centro. Al final le convence contándole que tiene un refugio con comida y un botiquín donde ella misma podrá extraerle la bala, dado que es enfermera. Una vez en el refugio, Marta intenta curar al supuesto delincuente, con la pistola de éste apuntando al hombre que eligió previamente para conducir el autobús (y al que ya le ha puesto el mote de "gordo"). De esta manera se asegura que la enfermera no cometa ninguna acción que le pueda perjudicar. Marta aprovecha el momento en el que le extrae la bala para anestesiarlo y así hacerse con el control de la situación. Suso (Carles Francino), un hombre que apoyó a Marta para tomar rumbo al refugio, cuestiona que la enfermera sea la que deba portar el arma que hasta entonces poseía el delincuente. Es entonces cuando ella se la entrega a la madre del gordo, calmando así la desconfianza de Suso.

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Dos de los diez componentes del grupo deciden escaparse cuando estaban enterrando los cadáveres de los dos policías y el asaltante. Ambos recalan en un restaurante, donde son descubiertos por su dueño. Para su sorpresa, él también guardaba un secreto: tenía oculto a su hijo en el local al mismo tiempo que simulaba una desaparición del pequeño para protegerlo de una detención, ya que también habían recurrido al temible tratamiento.

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Cuando el delincuente despierta, sus compañeros deciden llevarle comida a la estancia situada en la parte superior del refugio. Un anciano con principios de Alzheimer se ofrece voluntario para ello, y allí se encuentra con el gordo, el cual empieza a tener los temidos síntomas. El delincuente pide al buen hombre que lo suelte para poder escapar con él, pero al ser liberado lo utiliza como escudo ante el monstruo para después esconderse. Al no tener víctimas visibles a las que matar, el gordo baja con el resto de compañeros, que logran encerrarse en una estancia para protegerse. La madre de la bestia (Concha Cuetos) descarga la munición de la pistola que le había entregado Marta para que nadie intente matar a su hijo. Tras una serie de acontecimientos, Marta y Suso logran reducirlo con una dosis de anestesia y encerrarlo en otra habitación para que no haga daño a nadie.

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Mientras tanto, a la inspectora Rubio se le asigna el caso del secuestro del autobús, que llevará junto al inspector Santamaría (Diego Martínez), algo que no le hace mucha gracia, puesto que le gusta trabajar sola. Ambos se dirigen al domicilio de Diego para sacarle información sobre la localización del refugio al que su mujer tenía pensado ir. Él, arrepentido, dice no conocerlo, sin saber que esa conversación es escuchada por su hija, que interpreta la acción de su padre como una traición hacia ellas. El inspector Santamaria, impulsivo y algo agresivo, intenta forzar a Diego, pero la inspectora Rubio, más fría y calculadora, le ordena abandonar la estancia.

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Una vez fuera los dos, escuchan atentos la conversación que padre e hija tienen posteriormente a través de un micrófono que Santamaria dejó escondido. Una vez más, su jefa tuvo que cortarle las alas para que no entrara en ese momento a la residencia. Con su experiencia, decide posponer ese momento para sorprender a Diego de madrugada, en un momento más vulnerable, y llevarlo a la comisaría, donde le enseña fotos de casos de personas que han desarrollado la rabia y acabaron con la vida de sus seres queridos. Después de ver esas estampas, Diego escribe una dirección en una libreta y Rubio manda a su subordinado a la misma para detenerlos.

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El final del capítulo también nos deja tres escenas como señuelos para engancharnos al próximo episodio. El primero es previsible. Diego no da la dirección correcta a la policía, sino la de la granja de sus padres y se planta en el refugio. El segundo es el regreso al refugio de los dos fugados, acompañados por los padres y el hijo que encontraron en el restaurante. Por último, la sorpresa de la inspectora Rubio al comprobar que entre los diez fugitivos que iban en el autobús se encuentra su hija.

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