Crítica de la primera temporada de "Criadas y malvadas"

La mejor forma de exponer el argumento de la primera temporada de "Criadas y malvadas" es comparándola con “Mujeres desesperadas” (de hecho, ambas fueron ideadas por la misma persona: Marc Cherry), pero a la inversa. Es decir, aquí las protagonistas no son las amas de casa de una lujosa urbanización estadounidense, sino las criadas de los excéntricos millonarios propietarios de las mansiones de otra urbanización aún más lujosa si cabe.
Marisol Suarez (Ana Ortiz) se une al grupo de criadas de la urbanización, que aún están afectadas por el asesinato de una compañera de trabajo. Como no podía ser de otra forma, "Criadas y malvadas" también comienza tras haber sucedido un hecho luctuoso que ha marcado a sus protagonistas, tal y como ocurría en “Mujeres desesperadas”. Las cuatro tienen la costumbre de reunirse para comentar las novedades ocurridas en cada una de las peculiares familias con las que comparten muchas horas de convivencia, algo que las va uniendo cada vez más hasta ir creando estrechos vínculos, o eso es lo que parece, que les ayudan a sobrevivir en un mundo donde los valores que priman distan bastante, o, con el tiempo quizá no tanto, de los que ellas comparten.
La serie no está mal, con personajes peculiares con los que incluso, en algunas escenas, llegas a reírte de verdad. Sin embargo, te recuerda tanto a “Mujeres desesperadas” que acabas teniendo la sensación de estar viendo un sucedáneo de la misma. En muy contadas ocasiones, un cúmulo de factores se juntan para dar fruto a una de esas series irrepetibles y únicas, y de las que cualquier intento de imitación está abocado a quedarse en tierra de nadie. Más aún cuando ambas conviven durante un breve espacio de tiempo, dando lugar a comparaciones en las que la creación más reciente siempre será la peor parada. Considero que lo mejor hubiera sido dejar más espacio de tiempo entre ambas series, para que el recuerdo de la primera no empañe el visionado de la segunda.
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