Crítica de la película española "Toro"
Existía cierto temor a que, después del descomunal éxito de "Ocho apellidos vascos", el idilio entre los espectadores y el cine español terminara diluyéndose. La verdad es que no ha sido así y, es más, al final dicha película ha contribuido a que el público acuda a las salas a ver producciones patrias. En 2015 las recaudaciones de estas últimas han sido igual de magníficas que en 2014, y todo parece indicar que eso mismo sucederá en 2016 (sólo hay que fijarse en la taquilla y comprobar los ingresos de "Cien años de perdón", "Kiki: El amor se hace" o incluso "El pregón"). Es de esperar que "Toro", el nuevo filme de Kike Maíllo, se sume también a este grupo.
Básicamente, "Toro" es una historia de múltiples venganzas. El personaje que da título a la película es un joven que, junto a sus dos hermanos mayores, "trabaja" para Romano, un importante mafioso. Sin embargo, Toro está decidido a dejar la vida criminal. Tras un golpe que sale mal, las cosas se complican y el muchacho termina en prisión mientras López, uno de sus hermanos, continúa colaborando con Romano. Cinco años después, la hija de López es secuestrada, ya que su padre ha robado a su "jefe". Debido a ello, le pide ayuda a Toro, quien tiene pareja y al que le queda muy poco para dejar la cárcel (tan sólo acude a ella para dormir).
Las venganzas anteriormente mencionadas tienen su origen en traiciones, ajustes de cuentas o incluso en una furia incontenible provocada por el daño que se le causa a un ser querido. Para narrarlas, el director Kike Maíllo y los guionistas Rafael Cobos y Fernando Navarro construyen la cinta utilizando un buen número de géneros cinematográficos: el thriller, el drama, la acción... Incluso hay algunos toques de humor, pero tan sólo se trata de breves, muy breves instantes que sirven para aliviar la tensión del relato.
Aunque la trama carezca de originalidad y a veces se produzcan ciertos altibajos durante el desarrollo de "Toro", en general nos hallamos ante una película competente, entretenida y repleta de homenajes a títulos de las décadas de los 70 y 80 (aunque no faltan las referencias a largometrajes que se han estrenado hace escasos años; el caso de "Drive" es el más llamativo, aunque también me atrevería a mencionar filmes que van desde "Old boy" a "Thai-dragon").
Según avanza el metraje, "Toro" va aproximándose a un brutal clímax en el que la violencia se apodera de las imágenes y donde destaca la cuidada realización de Kike Maíllo y la estupenda fotografía de Arnau Valls Colomer. La banda sonora de Joe Crepúsculo es lo que menos me convence de los apartados técnicos del filme. Me gusta en los fragmentos dramáticos, pero en otros me recuerda a unos descafeinados Vangelis o Jean Michel Jarre. En las escenas de acción es donde más falla, utilizando de forma equivocada el órgano. Lástima que Kike Maíllo no haya recurrido a Miquel Pardo, con quien colaboró en un anuncio de Oysho.
Los actores de "Toro"
Por supuesto, no puedo dejar de mencionar el buen hacer del reparto. Mario Casas sigue manteniendo su característico registro interpretativo. Es un actor que me cae bien pero que, bajo mi punto de vista, aún ha de aprender mucho de su oficio. No obstante, y aunque no posea carisma o siempre declame los diálogos de la firma forma, hay que alabar cómo se ha preparado físicamente para el papel (algo que se comprueba en las distintas peleas en las que se ve envuelto su personaje). Luis Tosar resulta creíble como el hermano cobarde que mete a Toro en todo tipo de problemas, mientras que José Sacristán da vida a un villano comedido, no por las acciones que lleva a cabo (que son brutales), sino por el hecho de que se pone en su piel sin necesidad de dar gritos o gesticular de manera excesiva.
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