Crítica de la película "Mi gran noche"
Tenía curiosidad por comprobar qué nos ofrecería Álex de la Iglesia en "Mi gran noche", película con la que el cineasta seguramente pretendía repetir el éxito de "Las brujas de Zugarramurdi" (título que recaudó 4.8 millones de euros en la taquilla española). Por desgracia, no lo va a conseguir, y ello a pesar de la intensa promoción que se le ha hecho al filme, sobre todo en lo que se refiere a que supone el regreso de Raphael a la gran pantalla tras décadas de ausencia.
Como se ha dicho hasta la saciedad, "Mi gran noche" es una cinta coral que acontece durante la grabación de un programa televisivo de Fin de Año. Numerosos personajes pululan por delante de nuestros ojos, siendo imposible aseverar que alguno de ellos es más importante que otro. Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría son los autores del guión de esta comedia negra en la que son incapaces de recuperar el ingenio de "La comunidad", bajo mi punto de vista su mejor colaboración hasta la fecha.
La película arranca bien, con un gag macabro que nos da una idea del tono disparatado de la historia. Sin embargo, poco a poco nos vamos percatando de que las distintas historias que se nos narran no sólo carecen de interés, sino que no poseen la chispa y el ingenio que hubieran hecho que el largometraje mereciera el calificativo de meritorio (algo que me molesta de manera especial, puesto de son cualidades que sin duda se pueden apreciar en buena parte de la obra de Álex de la Iglesia).
Las situaciones y los diálogos que observamos buscan con desesperación que el espectador se ría y, desde luego, eso es lo que harán todos aquellos que consigan conectar con esta sucesión de excesos en la que se apuntan buenas ideas que no consiguen desarrollarse de forma adecuada. En lugar de buscar el humor inteligente, da la impresión de que el libreto se decanta por el humor fácil y en ocasiones un tanto simplón (sin llegar, por suerte, a la ramplonería de las últimas entregas de la franquicia "Torrente").
Otra cosa que me ha decepcionado de "Mi gran noche" es que, técnicamente, se queda muy por detrás de otros trabajos de su realizador. A excepción de ciertas escenas de su tramo final, Álex de la Iglesia no consigue embobarnos con la maestría de su cámara. De hecho, la oscuridad y la pequeñez del plató en el que acontece la historia tampoco ayuda a que el filme resulte espectacular.
Habrá quien diga que "Mi gran noche" es un retrato de lo que nos rodea, una crítica a las maneras poco éticas de proceder de buena parte de nuestra sociedad y, en especial, de los medios de comunicación (como ejemplo, basta mencionar la necesidad de medrar a toda costa en el primero de los casos y la "mercantilización" de la fama en el segundo). Sin embargo, estas temáticas se manejan de una forma tan poco sutil que, aunque parezca paradójico, pierden la fuerza que probablemente le querían otorgar sus autores (tal vez la insinuación le hubiera ido mejor a no pocas partes de la trama, por momentos demasiado explícitas).
Raphael, ¿la estrella de "Mi gran noche"?
El reparto de "Mi gran noche" es muy irregular. Empezaré hablando de las supuestas estrellas de la película, en este caso Raphael y Mario Casas. El primero no actúa bien y se le nota algo impostado, pero sabe reírse de sí mismo, algo muy difícil en un artista tan célebre. Respecto al segundo, su papel no creo que le haya supuesto ningún reto.
Pepón Nieto, Blanca Suárez y Carlos Areces me parecen los que salen mejor parados de todo el elenco, quedándose lejos, eso sí, de la gran Terele Pávez. Santiago Segura y Carmen Machi repiten registros, mientras que Hugo Silva luce simplemente correcto. La más desafortunada del elenco es Carolina Bang, carente de naturalidad.
Voy terminando...
"Mi gran noche" concluye con un homenaje a "El guateque" (bueno, casi parece un calco, quedándose los guiños, muy habituales en la filmografía de Álex de la Iglesia, en referencias a otras famosas películas, caso de, cómo no, la saga de "Star Wars" o "Superman"). Por desgracia, el filme que es objeto de esta crítica sólo se asemeja al de Blake Edwards en sus personajes estrafalarios y en sus situaciones estrambóticas. La lástima es que su comicidad se queda bastante lejos de la que nos encontrábamos en la cinta protagonizada por Peter Sellers.
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