Crítica de "Deadpool", la película de Masacre
[dropcap]T[/dropcap]engo que reconocer que no me lo esperaba. Cuando, a finales de 2015, me puse a pensar en cuáles serían las 20 películas más esperadas de 2016, en un principio estuvo tentado de no incluir a "Deadpool" en la lista. Sin embargo, y viendo la reacción positiva del público ante sus tráilers, cambié de opinión. Ahora bien, si por aquel entonces hubiera hecho una predicción de cuánto recaudaría el filme en la taquilla mundial, me quedaría cortísimo.
Así, habría dicho que algo más de 300 millones de dólares, cifra que ha rebasado sin problemas en menos de una semana (y sólo en los Estados Unidos). Increíble, ¿verdad? A mi favor he de señalar que, medio mes antes de que se estrenara el largometraje, las previsiones más optimistas aseguraban que los ingresos de "Deadpool" durante su debut en los cines norteamericanos serían de 60 millones de dólares (terminó amasando 132 millones y batiendo todo tipo de récords).
Si hablamos de adaptaciones de cómics de superhéroes, Marvel posee un estilo luminoso en el que prima el entretenimiento y la comicidad liviana. Por el contrario, DC se toma las cosas demasiado en serio, tal y como seguramente comprobaremos en "Batman v Superman: El amanecer de la Justicia". Y luego está 20th Century Fox, que posee los derechos cinematográficos de algunos importantes personajes de Marvel. No les va mal con la saga "X-Men", donde aúnan solemnidad con ligereza, pero su intento de tornarse más relevantes con "Cuatro Fantásticos" no les funcionó (se alejaron demasiado del espíritu de la obra original).
No es de extrañar que no tuvieran claro qué hacer con "Deadpool". Gracias a la insistencia de Ryan Reynolds, a la intermediación de Hugh Jackman y al reducido presupuesto de la película (58 millones de dólares), finalmente se dio luz verde al proyecto (recortando costosas escenas de acción e incluso suprimiendo la presencia de otro villano). Los directivos de 20th Century Fox aún tienen que estar pellizcándose, porque, desde luego, no se esperaban semejante éxito. Cierto que el enfoque que se le dio a la publicidad del filme fue brillante, pero nada hacía presagiar que se convirtiera en todo un bombazo.
De hecho, ya hemos visto con anterioridad otras películas basadas en cómics que presentan elevadas dosis de irreverencia. Hay un poco de ello en "Wanted (Se busca)" y, de manera especial, en "Kick-Ass: Listo para machacar" y "Kingsman: Servicio Secreto". Las tres funcionaron bien en la taquilla, pero... buf, "Deadpool" las ha adelantado con excesiva facilidad.
"Deadpool" o el arte de no tomarse en serio a sí mismo
"Deadpool" arranca con unos títulos de crédito en los que el espectador enseguida se percata de que el filme no se toma en serio a sí mismo. Las risas hacen acto de presencia al instante, al igual que el lenguaje mordaz y provocativo de su protagonista. Lo mismo sucede con la acción, puesto que los guionistas optan por narrarnos los orígenes de Wade Wilson mediante flashbacks intermitentes. Con esta decisión, y con la de moderar la duración de la cinta, se consigue que el relato posea un fabuloso ritmo.
Por otro lado, "Deadpool" no es una sucesión de frases y bromas ingeniosas, ya que resultaría agotador para el espectador. De hecho, existe una historia, una historia de amor y de venganza muy, muy sencilla pero eficaz. Lo que sucede es que su lenguaraz protagonista hace que pronto nos olvidemos de ella. Porque, no nos engañemos, la estrella de la función es Deadpool y su impertinente boca. Aunque no me gustan las películas soeces (un mal de, por ejemplo, la comedia actual), aquí ese aspecto está más trabajado y no se trata de un mero recurso para salir del paso y conseguir la risa fácil del público. En cuanto a la violencia, no resulta realista y se nota que se busca recrear un cómic con imágenes reales (lo que, obviamente, es un acierto).
Tim Miller debuta como director de largometrajes con "Deadpool", siendo su labor más que correcta. Por supuesto, se nota que ha trabajado con un presupuesto menor al que suele ser habitual en este tipo de producciones, pero logra unos resultados bastante aceptables (son varios los efectos especiales que cantan, pero esto es algo que al espectador le da igual, ya que, a fin de cuentas, no nos hallamos ante una película realista). Lo mejor es que nos presenta un título que, sin ser nada del otro mundo, al menos divierte de principio a fin.
Del reparto sólo puedo decir que Ryan Reynolds está estupendo y que sin duda ha nacido para encarnar al personaje que da título al filme. Morena Baccarin se adapta a la perfección al tono cómico de "Deadpool", mientras que Ed Skrein cumple como el antagonista del relato. La que tendría que retirarse del mundo de la interpretación es Gina Carano. Desde luego, esto no es lo suyo...
Deja una respuesta