Si estás leyendo esta crítica, se supone que ya has disfrutado de las tres anteriores temporadas de «Parenthood». Si no es así, tampoco voy a desvelar nada para no fastidiar al lector que aún no la haya visto. Sólo decir que la serie se centra exclusivamente en las diferentes tramas que van surgiendo en la amplia familia Braverman. Que, por cierto, hasta ahora han sido de lo más variadas…
Afortunadamente, mis pronósticos no se cumplieron y nuevamente las tramas introducidas, sumadas a la gran solidez de la personalidad de sus protagonistas y su congruente evolución a medida que van pasando por sus vidas nuevas experiencias, me ha acabado resultando tan agradable como la primera temporada. Algo a lo que también contribuye la excelente plantilla de actores que interviene en la serie, resaltando especialmente la interpretación de Lauren Graham (Sarah Braverman), actriz que consigue que cualquier papel que desempeñe, por muy inverosímil que pueda parecer, te lo acabes creyendo gracias a su extraordinaria expresividad.
Me ha sorprendido que la cadena NBC siga apostando por “Parenthood”, ya que en estos tiempos mantener una serie donde priman valores como el amor, la solidaridad o la unión familiar, no es sinónimo de éxito seguro. Sin embargo, me alegro por ello, ya que son precisamente los valores que más necesitamos en la actualidad. Llamadme “carca” si queréis, pero estoy algo harta de ver series donde sus personajes son totalmente superficiales, que ni sienten, ni padecen… Pero bueno, como se suele decir, para gustos hay colores…