Crítica de "Mula"
Con 88 años de edad, Clint Eastwood se permite el lujo de estrenar dos películas en apenas unos meses de diferencia. En una de ellas, "Mula" (la que precisamente es objeto de esta crítica), incluso se pone tanto detrás como delante de las cámaras (reconozco que esto último es algo que creía que ya nunca volvería a suceder).
El filme funcionó estupendamente en la taquilla de los Estados Unidos, donde rebasó los 100 millones de dólares y se convirtió en el cuarto título más exitoso de la carrera del cineasta. Si nos fijamos sólo en su carrera como actor, entonces se situaría en el segundo lugar (justo por detrás de "Gran Torino").
"Mula", el reflejo de la culpa según Eastwood
El protagonista de "Mula" es un carismático hombre de 90 años que no atraviesa el mejor momento de su vida. Tiene una hija que no le habla y prácticamente sólo se relaciona con su nieta. Además, se dedica a vender flores, pero se ha quedado arruinado a causa de que no puede competir con las tiendas que hacen lo propio a través de Internet.
Para obtener dinero con el que ayudar a su nieta, que va a casarse y todavía está estudiando, acepta transportar una misteriosa mercancía en su destartalada camioneta. Por supuesto, intuye que se trata de droga, pero, a pesar de ello, continúa realizando el trabajo sin realizar ninguna pregunta.
¿Qué es lo que le motiva a hacer esto? No es ya que quiera evitar que le embarguen su hogar, sino aproximarse a una familia a la que le ha dado la espalda durante mucho tiempo. El anciano cree que, apoyándoles económicamente, recuperará los lazos que perdió con la mayoría de ellos.
Es por eso que "Mula" funciona muy bien a la hora de retratar a una persona que es capaz de interesarse por los seres queridos de unos peligrosos traficantes o de un agente de la DEA y, sin embargo, no consigue conectar con aquellos que son de su propia sangre.
Todo lo malo que ha hecho a lo largo de su vida pretende arreglarlo con dinero, pensando que así alcanzará un afecto que, sin embargo, tendría que haberse ganado de otra manera.
Por tanto, "Mula" es un sólido drama que utiliza como excusa la historia de un nonagenario que trafica con drogas para en realidad contarnos un relato de lo complicadas que pueden llegar a ser las relaciones humanas. Una ligera variación, un cambio que parece que no requiere de muchos esfuerzos, puede transformar por completo nuestra convivencia con los demás.
Aunque, obviamente, en la cinta hay un componente de suspense, he de reconocer que la investigación de la DEA para capturar al viejo Earl no me pareció especialmente brillante. Me sucede lo mismo a la hora de mencionar los problemas internos de los narcotraficantes, tratados de forma bastante superficial.
La dirección, clásica y elegante, discurre sin sobresaltos. La narración posee la cadencia adecuada para una historia como la de "Mula", siendo de agradecer la sorprendente presencia de numerosos toques de humor.
El reparto es realmente bueno, si bien el peso de toda la película recae en la figura de Clint Eastwood. Aunque no es el mejor actor del mundo, el veterano intérprete llena la pantalla con su habitual magnetismo, sabiendo además rodearse de un competente plantel de secundarios (desde Bradley Cooper hasta Laurence Fishburne).
Es evidente que "Mula" no es el mejor trabajo de su autor, pero se trata de una meritoria y emotiva obra que refleja la fuerza creativa de un cineasta que, de paso, da una necesaria voz a las personas de su edad.
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