Crítica de "Lo dejo cuando quiera"
Si quieres saber si merece la pena darle una oportunidad a la comedia española "Lo dejo cuando quiera", no te pierdas mi crítica sobre esta película. ¿De verdad provoca carcajadas?
A Mediaset le gustan los remakes. Tras el éxito de "Perfectos desconocidos", la compañía decide sacar adelante la versión española de otra comedia italiana: "Lo dejo cuando quiera". Además, le encarga su realización a Carlos Therón, quien consiguió unas considerables recaudaciones en la taquilla con su anterior largometraje: "Es por tu bien".
El filme nos presenta a tres amigos que, durante sus años mozos, se dedican a estudiar y evitan perder el tiempo con cualquier tipo de diversión. En la actualidad ninguno de ellos está satisfecho con sus vidas y, desde luego, consideran que no han alcanzado la meta que perseguían tras años de esfuerzos.
Sin embargo, uno de ellos, que es químico, descubre que el complejo vitamínico en el que está trabajando es en realidad una droga que le da una enorme euforia a aquel que la consume. Es entonces cuando deciden traficar con dicha sustancia y así ganar una apreciable cantidad de dinero.
"Lo dejo cuando quiera", una comedia prescindible
Aunque "Lo dejo cuando quiera" arranca bastante bien (ahí está cómo se visualizan los efectos de la droga en los protagonistas), a medida que avanza su desarrollo algo comienza a funcionar mal. Y es que la cinta se convierte en una acumulación de situaciones, una hilera de irregulares gags que cada vez se van sustentando más en lo estatológico y menos en lo ingenioso.
Atrapa los peores vicios de la comedia estadounidense contemporánea, percibiéndose su influencia en no pocas partes de su guión (desde Judd Apatow hasta "Resacón en Las Vegas", por poner tan sólo unos ejemplos). Y, lo siento, pero este tipo de humor no me convence, me parece demasiado facilón.
Por supuesto, satisfará a quienes le gusten esta clase de películas y, de hecho, estoy convencido de que dichos espectadores soltarán unas cuantas carcajadas. El resto... mejor abstenerse (aunque he de reconocer que no se hace especialmente pesada y que al menos no llega a aburrir).
Habrá algunos que alaben su crítica social y el reflejo que se hace de parte de la sociedad. Es el caso de los pocos fondos que los organismos públicos le dedican a la investigación o del futuro laboral de los jóvenes, quienes se dedican a estudiar durante años para terminar trabajando en algo completamente diferente a aquello para lo que se formaron.
Pero, no sé, no me parece que sea un elemento fundamental de "Lo dejo cuando quiera", pues pasa de puntillas sobre ello y aborda la temática con superficialidad (lógico, a fin de cuentas es una simple comedia y resultaría exagerado atribuirle méritos que no posee).
La puesta de escena es muy correcta, percibiéndose que el realizador intenta huir de los básicos planos y contraplanos que con tanta frecuencia observamos en el género (sobre todo por parte de ciertos cineastas a los que habría que calificar de perezosos).
El reparto es sin duda lo mejor de "Lo dejo cuando quiera", pues sus integrantes lo dan todo para resultar convincentes a ojos del público. A pesar de que en muchas ocasiones el guión no funciona, el trío formado por David Verdaguer, Ernesto Sevilla y Carlos Santos posee una excelente química.
Lo bueno es que las intérpretes femeninas no se quedan atrás, destacando la labor de Cristina Castaño, Miren Ibarguren y Amaia Salamanca.
No quiero concluir esta crítica de "Lo dejo cuando quiera" sin mencionar la presencia de Ernesto Alterio, a quien no parece importarle que lo encasillen en papeles extremos.
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