Crítica de "La sombra de la ley"
Tenía ganas de ver "La sombra de la ley", y ello principalmente por dos motivos: el más que meritorio anterior trabajo de su director, Dani de la Torre, y su ambientación (bastante atípica para tratarse de una producción española que, obviamente, no dispone de los mismos recursos económicos que sí tiene cualquier película de Hollywood).
Sin embargo, mis sensaciones tras visionar el último largometraje del cineasta son contradictorias. Aunque visualmente es todo un acierto y se trata de una lógica evolución tras la encomiable "El desconocido", no se puede decir lo mismo de su contenido.
Y es que el filme se asienta sobre una trama que avanza de tópico en tópico, resultando poco interesantes tanto los personajes como las acciones que llevan a cabo. La investigación de las armas robadas en el tren militar no despierta la curiosidad del espectador, como tampoco lo hacen los personajes que pueblan el relato.
Por ejemplo, al protagonista, Aníbal Uriarte, le rodea un halo de innecesario misterio. Sin embargo, con ello lo que se hace es que sus motivaciones no estén bien explicadas y que nos distanciemos emocionalmente de él (y eso a pesar de que se le dota de un pasado traumático con el que supuestamente se busca generar una complicidad entre el público y el policía).
No sólo pasa con este personaje, sino también con otros. Sus comportamientos son más propios de una telenovela, existiendo en la mayoría de ellos una falsa profundidad.
Buena parte de la culpa de que suceda todo esto se debe a que se le da excesiva relevancia al ambiente social que los rodea. El robo del tren parece un mero Macguffin, una excusa para contarnos cómo era la Barcelona de los años 20.
La idea no estaría mal si luego se desarrollara con cierto tino. Pero, no, el resultado no podría ser más superficial. Se llega a conclusiones categóricas con una pasmosa sencillez (ver los rótulos finales), aparte de que no son pocas las ocasiones en las que se pretende manipular al espectador.
No sólo determinados personajes hablan como si estuvieran en el presente, sino que se utilizan formas alejadas de la sutilidad para describir a, por ejemplo, el ministro con el que habla Aníbal (conversan en una iglesia y con el ABC bien visible). El ridículo llega cuando se evita utilizar la palabra "España", empleándose en vez de ello "este país". Lo más próximo sería estas frases: "territorio español" y "la ineptitud del gobierno español".
La técnica, lo mejor de "La sombra de la ley"
Diseño de producción, efectos especiales, vestuario y maquillaje son algunos apartados de "La sombra de la ley" que merecen todos los elogios habidos y por haber. Lo mismo se puede decir de la puesta en escena, donde sobresale un brillante plano secuencia en el cabaret.
Sobre esto último también hay que decir que a veces se cae en el exceso, tal y como sucede en el claro homenaje que se hace a Ennio Morricone. Se persigue tanto llegar al corazón del público que el pasaje en cuestión se torna artificial y, por tanto, falso.
La banda sonora de Manuel Riveiro y Xavier Font posee un estimable tema central que se utiliza sobre todo en los planos que recrean la Barcelona de principios de siglo. También existe otra pieza que refleja la relación entre Aníbal y Sara, siendo más discreta la partitura en los momentos de tensión.
El reparto lo pone todo en sus interpretaciones, destacando unos voluntariosos Michelle Jenner y Ernesto Alterio. Luis Tosar está correcto, aunque su actuación nos recuerda un poco a otros de sus anteriores trabajos.
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