Crítica de "Johnny English: De nuevo en acción"
Continuista. Creo que esa es la palabra que mejor define a "Johnny English: De nuevo en acción", película que sin duda gustará a todos aquellos que en su día se lo pasaron estupendamente con "Johnny English" y "Johnny English returns".
A los que, sin embargo, ambos títulos nos dejó un tanto indiferentes, esta secuela nos generará unas sensaciones bastante similares. Se deja ver y te ríes en algunos momentos, pero sus puntos débiles lo son en exceso (provocando una evidente caída de la calidad general de la cinta).
"Johnny English: De nuevo en acción", una comedia sin argumento
A causa de un ataque a los sistemas informáticos británicos, la identidad de los agentes del MI7 queda al descubierto. Es por ello que se toma la decisión de llamar a antiguos espías que ahora están retirados. Cómo no, uno de ellos es Johnny English, quien ahora trabaja como profesor.
En apenas cinco minutos, el filme esboza una sencilla trama que sirve como excusa para que el agente secreto más patán de la historia vuelva a las andadas. Precisamente en este arranque se lanza una idea, la de los espías entraditos en años, que no se aprovecha del todo y que únicamente se utiliza para introducir una serie de cameos.
A partir de ahí se sucede un gag tras otro, siendo algunos de ellos demasiado largos (incluso se extienden durante varios minutos, perdiendo de esta manera su efectividad). Además, se confía excesivamente en las incuestionables habilidades cómicas de Rowan Atkinson en el subgénero del slapstick. De hecho, sólo él da sentido a determinados pasajes de "Johnny English: De nuevo en acción" (cualquier otro actor hubiera quedado ridículo interpretando a este personaje).
Emma Thompson está perfecta como la Primera Ministra del Reino Unido, echándose en falta a alguien de mayor renombre para dar vida al villano del relato (Jake Lacy no da el perfil).
Al igual que sucediera con Rosamund Pike en "Johnny English returns", el guión de "Johnny English: De nuevo en acción" no sabe sacarle todo el partido posible a la presencia de otra chica Bond en el reparto. Por supuesto, me refiero a Olga Kurylenko, a quien no parece importarle reírse de sí misma.
En cuanto a las escenas de acción, sin duda son menos espectaculares que las de sus antecesoras. Esto tampoco es de extrañar, ya que el realizador David Kerr proviene de la pequeña pantalla y no posee la experiencia cinematográfica de sus predecesores.
Hasta los efectos especiales parecen más descuidados, tal y como sucede cuando se produce una explosión en el tramo final de la cinta.
¿Qué nos queda entonces? Una película menor destinada a satisfacer a los entusiastas de Rowan Atkinson. Lo mejor es que huye del humor zafio y grosero que se ha adueñado de la comedia actual (aunque no voy a negar que a veces resulta algo bobalicona e infantil).
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