Crítica de "El renacido (The revenant)"
[dropcap]A[/dropcap]unque la temática de "El renacido (The revenant)" me atraía más que la de "Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)", he de reconocer que tenía cierto miedo a la hora de visionar el nuevo trabajo de Alejandro González Iñárritu. Así, el filme que le reportó tres Oscars (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión) me parece una petulante obra en la que, si bien sólo se pueden lanzar loas hacia su acabado técnico (la narración está construida mediante planos secuencia), presenta un desarrollo repleto de altibajos. Escenas de cierto interés se combinan con otras que nos dejan completamente indiferentes. Bajo mi punto de vista, se trata de una cinta muy sobrevalorada que triunfó en dichos galardones porque seguro que a muchos intérpretes les encantó la idea de mirarse el ombligo.
Por suerte, "El renacido (The revenant)" no tiene nada que ver con dicho título (al menos en lo que respecta a su trama). Aquí lo que se trata es de contarnos una historia de supervivencia, algo que, por cierto, también sucede en la reciente "Marte (The Martian)". Sin embargo, nos hallamos ante producciones completamente diferentes. En el caso que nos ocupa, un trampero es atacado por un oso y dos hombres de la compañía para la que trabajan se encargan de cuidarlo ante su inminente muerte (aparte del hijo mestizo del herido). Sin embargo, uno de ellos se cansa de esperar y decide que lo mejor para todos es acabar con su existencia.
"El renacido (The revenant)" y sus descarnadas imágenes
"El renacido (The revenant)" es una película muy cruda. Ya desde su arranque comprobamos la violencia que empapa a buena parte de sus imágenes. Los tramperos son atacados por una tribu y el realizador lo refleja sin ocultar los desgarros de la carne humana y el flujo de la sangre. A partir de ahí, son numerosos los pasajes en los que esto se repite, destacando por encima de todos el del impactante ataque del oso a Hugh Glass (los efectos especiales son magníficos).
Para narrarnos lo que está sucediendo en la pantalla, el realizador emplea una técnica que le encanta y que ya he mencionado anteriormente al referirme a "Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)". Por supuesto, hablo de los planos secuencia. Si éstos se utilizan de forma exagerada, pueden resultar poco naturales. Sin embargo, nada de eso sucede aquí. Al contrario, Alejandro González Iñárritu consigue que sintamos aún más la visceralidad de determinadas secuencias y que nos involucremos en los avatares del protagonista. A lo anterior hay que sumar la prodigiosa fotografía de Emmanuel Lubezki, que se convierte en una de las principales estrellas de la cinta.
Pero no todo es perfecto en "El renacido (The revenant)". El director peca de pretencioso en varias escenas (donde me recordó al peor Terrence Malick), por no hablar de que alarga demasiado la duración del filme (provocando que en algunas ocasiones percibamos una pérdida de ritmo). Asimismo, introduce a los indígenas como un método de crítica al colonialismo y para evitar que el espectador crea que son los "malos de la historia". Bajo mi punto de vista, no es algo que haga con la sutileza requerida.
No quisiera terminar esta crítica sin hablar del reparto. Leonardo DiCaprio es un fabuloso actor, algo que ha demostrado de forma manifiesta a lo largo de su carrera. Aquí se luce en ciertos instantes dramáticos y, sobre todo, a la hora de reflejar las penurias físicas que ha de atravesar Glass. No obstante, no quisiera que su brillante interpretación me hiciera pasar por alto los espléndidos trabajos de Tom Hardy (que, curiosamente, casi siempre me ha parecido un tanto soso), Will Poulter y, de manera especial, Domhnall Gleeson (cuya labor no me entusiasmó en "Star Wars: El despertar de la Fuerza").
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