Crítica de "Jack Ryan: Operación Sombra"

A Paramount le salió bien la jugada de regresar a la saga de "Star Trek", cuyos últimos títulos eran continuamente ignorados por el público. No es de extrañar que quisiera apostar de nuevo por el reinicio de otra de sus franquicias, en este caso la protagonizada por uno de los personajes literarios más populares del fallecido Tom Clancy. Por desgracia, el reinicio de "Jack Ryan: Operación Sombra" sólo se puede calificar de fallido, tanto desde un punto de vista económico (aunque gracias a su comedido presupuesto no le reportará pérdidas al estudio), como artístico.
Y es que a la película le faltan todos los ingredientes que precisamente deberían estar presentes en un buen thriller. Así, la fuerza, la garra y el nervio brillan por su ausencia, en buena parte por culpa del soso guion que firman el poco conocido Adam Cozad y el mucho más famoso David Koepp ("Misión: Imposible"). La trama resulta demasiado convencional y está repleta de clichés. Esto es algo que no sólo sucede a la hora de desarrollar el argumento, sino también los personajes. Como ejemplo, sólo hay que observar la burda presentación de Viktor Cherevin, el villano del relato, o la relación que mantienen Jack Ryan y Cathy Muller (el primero ha de ocultar a la segunda que trabaja para la CIA, un secreto que se desvelará de la forma más pueril posible).
El hecho de que la cinta no consiga engancharnos también se debe a la floja realización de Kenneth Branagh. La tensión no se palpa en los pasajes en los que habría de percibirse, mientras que las persecuciones carecen de la intensidad precisa como para que el espectador vibre con ellas. Respecto al reparto, Chris Pine no lo tenía difícil a la hora de superar la actuación de Ben Affleck en "Pánico nuclear", título que, no obstante, era más entretenido que "Jack Ryan: Operación Sombra". Keira Knightley se limita a ser la novia florero de turno, mientras que Kevin Costner da vida al típico mentor del héroe de la historia. Y Branagh, en fin, mezcla el exceso y la sobriedad en su interpretación (sin alcanzar nunca un necesario equilibrio). Quién sabe, al ritmo que se mueve Hollywood quizás nos topemos dentro de una década con otro reinicio de la franquicia. Ojalá entonces sus responsables nos presenten una película de mayor calidad y no un filme del montón.
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