Crítica de "El viento se levanta", de Hayao Miyazaki

Hayao Miyazaki

Me resisto a creer que el gran Hayao Miyazaki se vaya a retirar del mundo del cine y que, por tanto, "El viento se levanta" sea la última película de su filmografía como director. Cierto que sacar adelante un largometraje de animación lleva mucho tiempo, pero, con 73 años, aún podría regalarnos pequeñas joyas pertenecientes a este género. Dado que ya no tiene que demostrar nada y que le ha dado mucho dinero a Studio Ghibli, este artista japonés se ha decantado por confeccionar un largometraje que se aleja de lo comercial y en el que plasma una temática que siempre le ha apasionado: el mundo de la aviación. Todo ello lo hace relatándonos parte de la vida de Jirô Horikoshi, el diseñador del conocido Mitsubishi A6M Zero. El resultado es un atípico biopic, puesto que hay muchas cosas inventadas, que quizás decepcione al público que suele ver producciones de dibujos animados.

Hayao Miyazaki"

Y es que la cinta resulta bastante menos llamativa para el espectador que títulos como "El viaje de Chihiro" o "Ponyo en el acantilado", cuyas críticas publiqué en su día en LaButaca.net. De hecho, no se trata de una película para niños, quienes sin duda se aburrirán con su visionado (algo que también sucederá con algunos de sus padres). En definitiva: "El viento se levanta" no es "Nicky, la aprendiz de bruja" (por poner un ejemplo). Buena prueba de ello son sus recaudaciones en la taquilla japonesa, que, si bien fueron magníficas (119 millones de dólares), no se pueden comparar con las que Miyazaki obtuvo gracias a "Ponyo en el acantilado" (164 millones), "El castillo ambulante" (190 millones) o "El viaje de Chihiro" (229 millones). A pesar de incorporar cuestiones habituales en su carrera, la película se aleja de la fantasía para adentrarse en una historia completamente realista. Es verdad que en ocasiones se utiliza lo imposible, pero siempre a través de los sueños que tiene el protagonista. De hecho, y salvo por estas escenas, el filme podría haberse rodado perfectamente con imágenes reales.

Su ritmo es pausado pero no aburrido, algo muy propio de la cinematografía nipona. En ocasiones puede resultar fría y muy técnica, pero, por suerte, Miyazaki no olvida las emociones de los personajes e introduce momentos en los que resalta la humanidad de los mismos. Es lo que sucede con la relación que Horikoshi mantiene con su hermana, con su amada Nahoko o con su amigo y compañero de trabajo Honjô. Llama la atención que introduzca comentarios políticos, todos ellos en consonancia al acostumbrado pacifismo de su obra. Sus apartados dramáticos poseen una gran fuerza, y, por supuesto, tampoco descuida los elementos humorísticos (que aparecen en los instantes adecuados). Visualmente, "El viento se levanta" es una auténtica delicia. Existen tantos detalles en sus fotogramas que queremos estar pendientes de todo (desde las decenas de personas que caminan por la calle hasta las nubes que recorren los cielos). Además de la magnífica banda sonora de Joe Hisaishi, quisiera señalar el uso que se hace de las voces humanas para representar los efectos sonoros de ciertos pasajes (caso del terremoto). El resultado es verdaderamente curioso. "El viento se levanta" es una película que, a pesar de centrarse en la construcción de unas máquinas de guerra, desprende ansias de vivir por todos los lados. No es lo mejor que ha hecho su director, pero tal vez sí lo más arriesgado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Subir

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. Leer más