Crítica de "Barry Seal: El traficante"
Tras el fiasco económico y artístico de "La momia", Tom Cruise regresa a la gran pantalla con una película completamente diferente: "Barry Seal: El traficante". Este particular biopic reúne al actor con Doug Liman, director con el que ya colaboró en la más que decente "Al filo del mañana".
La cinta, basada en una historia real, se centra en un piloto de avión que se dedica a colaborar con la CIA al tiempo que trafica con drogas (de hecho, se alía con los conocidos líderes del Cartel de Medellín).
Si hay una cosa que me encanta de "Barry Seal: El traficante" es su pasmosa agilidad. El filme es entretenido de principio a fin, utilizándose para ello un estilo narrativo en el que se dan la mano escenas de breve duración y montajes que hacen vibrar al espectador.
Además, la historia se nos cuenta con una llamativa y acertada comicidad, bastante chocante si tenemos en cuenta la temática de la película.
No todo es positivo en "Barry Seal: El traficante"
No obstante, semejante ligereza a la hora de desarrollar el relato provoca que el público nunca se tome en serio la película. El drama apenas existe, y sus excesos me recordaron en cierta manera a "El lobo de Wall Street".
Personalmente prefiero que este tipo de títulos, en los que el espectador empatiza con alguien que es un delincuente, posean un tono más parecido al de "Atrápame si puedes".
Algunos creerán que la cinta de Steven Spielberg es demasiado moralizante, pero, ¿qué queréis que os diga?, estoy un poco harto de que en el cine se banalicen las acciones de personas que cometen graves crímenes.
El elemento más serio de "Barry Seal: El traficante" lo encontramos cuando se habla de los trapos sucios de los Estados Unidos a la hora de intervenir en los asuntos internos de otros países. Sin embargo, dicha temática se aborda sin profundidad y con un molesto tono categórico.
Tom Cruise, cómo no, estrella indiscutible del reparto
No creo que la interpretación de Tom Cruise en "Barry Seal: El traficante" sea especialmente brillante. Bajo mi punto de vista, lo que hace el actor es utilizar su incuestionable carisma para que el espectador enseguida se sienta atraído por su personaje.
Del resto del elenco me sorprendió la labor de Sarah Wright, actriz de la que no he visto ninguno de sus anteriores trabajos. Domhnall Gleeson también realiza una correcta labor.
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